domingo, 11 de diciembre de 2011

Segunda vez.

Estaba muy nerviosa, en unas cuantas horas sería mi audición para el festival que realiza todos los años la escuela. Era genial tener de nuevo la oportunidad de participar pero estaba nerviosa ya que debía de cantar ante todos y peor aún sin acompañamiento. Así es, un año atrás había participado con mi mejor amiga pero este año lo haría sola, ella traía ciertas cosas amorosas con el maestro de música y si ganábamos era obvio que se vería la preferencia. La idea de cantar sola no me gustaba pero al no tener guitarrista, cantar sin Andy o pista no me quedaba otra opción.
-Luna ¿cantarás sin acompañamiento?- preguntó mi maestro de música un tanto intrigado ya que momentos antes me había dicho que sin acompañamiento me sería algo difícil hacerlo.
-No me queda otra opción, no tengo guitarrista, ni a Andy- noté como una sonrisa se forma en sus labios. –O pista.
-No te preocupes- comenzamos a reír -tengo una buena solución, tengo un amigo que es muy buen guitarrista y conoce la canción que planeas cantar así que él te ayudará.
Me alegraba el hecho de que tendría guitarrista para la canción pero temía que fuera el guitarrista del año pasado, él y yo teníamos bueno tenemos una gran historia.
-Sería fantástico- sonreí -¿Quién es?
-No sé si recuerdes a mi amigo, el año pasado vino como jurado.
Olvidé mencionarlo, nuestra relación se mantiene oculta ante Perseo, el maestro. Quedamos en ocultarla por la notoria diferencia de edad.
-¿Cuál de todos?- fingí una mueca de incertidumbre -¿Saúl? ¿Emiliano?
-Patrick, Pat.- agregó Perseo con tanta seguridad que no recuerdo qué cara hice.
-Oh, genial.
-Bueno, dirígete al salón de canto y él llegará allí.
Asentí con la cabeza y caminé unos pocos centímetros cuando giré a ver al maestro que tenía la mirada perdida entre coqueteos con mi amiga.
-Maestro- se detuvo y volteó a verme –tenga cuidado, se le cae la baba- hice un ligero guiño y seguí caminando aunque podía escuchar su risa, me agradaba saber que esa risa era porque yo tenía la razón.
En el salón de canto la espera se me hizo algo eterno, a pesar de que salía cada fin de semana con Pat esta vez era diferente ya que nos veríamos en la escuela y claro, no faltarían Valeria y Valentina de arrimadas con él, como siempre.
En una ráfaga de luz se abrió la puerta, el Sol terrible que hacia iluminaba todo el salón y me daba perfecto en la cara pero podía distinguir al chico que entraba, hermoso como siempre. Su cabello negro azabache parecía dorado ante el Sol, un color hermoso; su tez blanca, con una semblanza de dulzura y su sonrisa brindándole calor a mi alma y cuando se acercó a mí, volví a perderme en su mirada, sus ojos a pesar de estar cubiertos por unos lentes hacían mi cuerpo estremecer, sentía que estallaría en llamaradas.
-¿Tú eres la chica que cantará?- preguntó un tanto asombrado, al parecer Perseo no le había dicho que sería yo.
-Sí- sonreí tímidamente –como el año pasado.
-La historia se vuelve a repetir, deberían de tener las pistas preparadas.
-Bueno ahora cantaré yo sola.- hice un ademán de molestia ya que el Sol me daba en la cara.
-¿Tú sola? ¿Ensayaré sólo contigo?- preguntó mientras se paraba frente a mí para impedir que el Sol me siguiera molestando.
-Gracias- sonreímos –Así es, este año sólo soy yo.
-Entonces- hizo una ligera pausa, se acercó a mí y me dio un cálido abrazo –lo siento, tenía muchas ganas de abrazarte.
-No te preocupes, yo igual tenía muchas ganas pero ya sabes- bajé mi rostro -estamos en la escuela.
Tomó mi mentón, sonrió dulcemente y acercó sus labios a mi mejilla. Conforme se acercaba una sensación indescriptible recorría mi cuerpo y podía sentir su beso, cerré los ojos para disfrutar más esa sensación.
-Tú eres mi canción- susurró en mi oído mientras se incorporaba de nuevo y tomaba su guitarra.
Mis labios estaban a punto de pronunciar palabra alguna pero él se acercó a mí, colocó su dedo índice sobre mis labios en señal de que no debía decir nada y se sentó a mi lado.
-Bien, veamos cómo lo haces.- agregó mientras tocaba algunos acordes con su guitarra.
-¿Hacer qué?- pregunté con cierta inocencia pero su sonrisa pícara me dio a entender lo que había dicho. –Claro, cantar. No pensé otra cosa.
-Yo no dije nada.- Ambos reímos.
-Ensayar contigo será algo difícil.- dije mientras intentaba dejar de reír.
-Si te parece mejor, hagamos como que no nos conocemos, ensayáremos como si fuéramos unos extraños.
Reí alto y ambos accedimos a ese trato, sería un desconocido por ese ensayo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario